miércoles, 2 de septiembre de 2015

No dejes de brillar.

¿Dónde estás? No te siento. Pero... Tú no te has ido, ¿verdad? Tú no harías eso, tú nunca te rindes, tú puedes con todo, ¿verdad?
¿Incluso cuando no sabes contra lo que estás luchando? Sí, seguro que sí, porque no vas a dear de brillar, aunque no pueda ver tu luz, ¿verdad? Eres demasiado testaruda para dejar de brillar. Sé que estás ahí, que no te has ido, lo sé, pero... Oh, llevo tanto sin sentirte, esta ceguera no me deja ver tu mirada brillar. Pero yo sé que sigues ahí, al pie del cañón, desnuda, porque no tienes nada que ocultar, con todas esas cicatrices a cuestas, sin miedo a tener más, con esa fortaleza que siempre admiré, y esa inútil esperanza en los ojos.
Sé que eres más fuerte que esta oscuridad y este buitre que me ronda, y que tu luz llegará a mí porque no vas a dejar de brillar, yo lo sé. Yo lo sé.
Pero ahora no te veo, ni oigo tus palabras, ni siento tu esperanza.
Creo que hay pocas cosas más duras en este mundo que echarse de menos a uno mismo. ¿Cuándo volveré a verme brillar?

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