lunes, 5 de diciembre de 2011

¿A qué tienes miedo?

Hoy, me han preguntado algo a lo que no he sabido responder a la ligera, algo a lo que me propongo responder en estos momentos de reflexión ante mi ordenador: ¿A qué tienes miedo?
Tras pensarlo varias veces al principio he llegado a la conclusión de que le tenía miedo a perder para siempre a un ser querido, pero me he dado cuenta que no, que no es lo mismo el miedo que el dolor, si algo así sucediera, sin duda algo en mí cambiaría, destrozándome por dentro sin permitir salir una sonrisa sincera en mi rostro por mucho tiempo, pero finalmente he llegado a la conclusión de que sí, dolería muchísimo y desde luego espero que no ocurra, pero no le tengo miedo a dolor, por tanto aquella no era una respuesta cierta.
Después pensé que quizá podría ser a quedarme sola en la vida, pero no, tampoco tengo miedo a eso, sin duda la idea me aterra, pues no es plato de buen gusto para nadie, pero no es miedo lo que sentiría.
Después llegué a otra conclusión, una conclusión demasiado cliché, el miedo a morir, pero tras volver a pensarlo, no le tengo miedo a la muerte, ni tampoco al dolor que pueda llegar a sentir en tal proceso, no quiero morir como ningún otro ser quiere la muerte, pero no por miedo, sino porque vivir es hermoso, sobretodo si se tienen razones.
Y por fin comprendí a qué tengo miedo en realidad.
Olvido.
Tengo miedo de que los fuertes brazos del olvido me rodeen y comience con ello a olvidar, tengo miedo a un día intentar recordar algo y no poder, de saber que he vivido algo importante y no saber el qué. Tengo miedo a que llegue el día en que mire a la persona más importante que hay en mi vida y no recordarla, tengo miedo de no acordarme de nada.
Tengo miedo a muchos tipos de olvidos. Sobretodo, a ser olvidada, tengo miedo a que todo lo que guardo en mi cabeza muera conmigo, a no recordar algún día mi propio y complejo concepto del mundo. Tengo miedo a que todo lo que sé, mi vida, todo, quede con el tiempo en un simple reglón emborronado e ilegible.
No tengo miedo a la muerte, sino a lo que ello conlleva, con mi muerte y el paso de los años nadie sabrá que vivió una tal Kadia, ni cómo fue.
Tengo miedo a que todas las historias que rondan en mi cabeza deseando ser contadas se extingan el día de mi muerte, todos esos mundos que me ha llevado años crear, desaparezcan sin más, todos mis héroes, mis protagonistas, mis dioses, mis leyendas, mis planetas. Tengo miedo de que todos ellos se extingan el día que alguna enfermedad que me haga olvidarlo todo se cierna sobre mí, o también el día que mi corazón no pueda más y decida dejar de latir. Tengo miedo de no salvar todas esas historias, de que el mundo no las conozca jamás. De que con las generaciones no se sepa ya de mí, ni de estas escrituras.
Querido amigo, tengo miedo al olvido.
¿Y tú? ¿A qué tienes miedo?

lunes, 28 de noviembre de 2011

Paranoia C

Mis alas estaban entumecidas de dolor, cada vez veía menos y más borroso y oscuro a causa del veneno, la cabeza me daba vueltas y no lograba pensar con claridad, pero sí, por primera vez, había algo que me ataba a la vida y no dejaba a mi cuerpo sucumbir a la muerte, tenía miedo a morir... ¿Desde cuándo he tenido yo miedo a eso? Cierto, desde que empecé a querer vivir.

Parte 1.




Aquel día era el primer día de instituto de Eric en Cartagena, a pesar de estar a mediados de febrero. Su padre y él siempre viajaban de un lado a otro, nunca permanecían en un mismo lugar más de cinco meses, cosa que afectó gravemente a su forma de ser, haciéndole a sí mismo un ser de lo más ermitaño, aunque también tenía sus ventajas, gracias a ello sabía hablar todos los idiomas de la Unión Europea más algún dialecto como el catalán o el euskera, nunca le costó demasiado aprender idiomas.






lunes, 31 de octubre de 2011

K2

Yo no voy a decir ''para siempre'', pues no sé lo que el mañana me va a deparar, no puedo prometerte que envejeceremos juntas, ni que nuestros roles siempre se conservarán intactos, no voy a escribirte en una nota al lado de una promesa A.P.S porque no sé qué pasará cuando el futuro se cierna en nuestras vidas, pero sí puedo decirte y mostrarte cuán sincera es esta amistad para mí en el presente, sí puedo decirte que AHORA y en el pasado eras y eres mi mejor amiga, y seguramente pondría la mano en el fuego porque así será por mucho tiempo, pero no voy a prometer imposibles, voy a prometerte presentes, presentes que no podrás olvidar, y quién sabe, quizá sea verdad, y esta amistad se conserve siempre.

viernes, 21 de octubre de 2011

Yeah.

Juro algún día acabar con el dolor que me rodea, y con la gente que lo ocasiona.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Rabia.

Dices que no te importa, pero lo leo en tu mirada, lo leo en tu voz mientras dices no.
Estás harto, lo sé.
En tu cabeza piensas ¿por qué? ¿Qué hiciste para ser un blanco tan fácil o ser motivo de burlas?
Intentas encajar a la mínima, riéndote con ellos de las propias burlas que a ti se dirigen, todo por algo que no merece la pena, cuatro gilipollas que te hacen la vida imposible.
Intentas ignorarlo, pero perfectamente sé que en tu mente los has destruido quizá millones de veces, pero no lo haces, son más fuertes que tú, tienes miedo, lo sé.
Voy contando los días que te quedan para agonizar, pronto serás mío, te habla la muerte.
Una vez más, te volvieron a empujar, te volvieron a insultar, un réplica en tu mente, la perfecta respuesta ante aquel idiota. No, no lo dices en voz alta, tienes miedo, siempre lo tuviste, te resignas a temblar, no de miedo, sino de adrenalina.
Y otra vez cuento un día menos hasta que te acoja en mi amargo abrazo.
Hoy es diferente, hoy te han escupido, no tienes a nadie, muchos giran la cabeza, otros ríen, los demás ignoran pero nadie actúa. ¿Decirlo a un profesor? Sentenciaría tu muerte, sólo serviría para un consuelo de dos horas y una tortura de mil.
Noto que intentas hacerte inmune, noto que intentas ignorarlo todo, que intentas ignorar cada insulto, pero no puedes, resuena tan fuerte en tu cabeza... Cada una de esas palabras apaga tu vida, acercándote a mi lecho bajo la capa del miedo.
Al fin el día esperado llega, es raro, pero incluso pena he llegado a sentir. Miras con decisión la aguja que te dormirá para siempre entre mis brazos, tú morirás, pero ellos vivirán en el peor de los tormentos.
Lentamente, quizá inseguro, notas la aguja dentro de ti, notas su contenido salir, acercándote a mis brazos, te despides de la vida antes de dormir y como a una vieja amiga te unes a mí.
Ellos te mataron, y con la culpa no podrán vivir.

domingo, 9 de octubre de 2011

Orgullo.

A veces pasa que nos enfadamos por situaciones o palabras, en especial en parejas.
Nos enfadamos y como niños pequeños esperamos a que sea él o ella quien pida perdón, pero claro, la otra persona también espera lo mismo. Sin quererlo (o quizá queriendo) ese pequeño enfado nos va devorando y nos hace pensar cosas cosas que duelen, nos dejamos llevar por el orgullo, mientras éste nos acerca al dolor y al pesimismo, llegando incluso en algunos casos a pensar en cortar. Mi consejo es, que aunque sea difícil, no dejemos que el orgullo se haga hueco en nuestro ser, puesto que no hay vuelta atrás, y por ello se pueden perder cosas de las que puedes arrepentirte. Si de verdad amáis, si de verdad es tan importante, mandad a la mierda el orgullo, es una arma que destruye los lazos más fuertes. ¿Merece la pena llorar, sangrar, pasarlo mal por orgullo? ¿Por no pedir perdón? ¿Por no dar un abrazo a tiempo?

viernes, 7 de octubre de 2011

Paranoia B, parte 2.

Habían pasado trece años desde el nacimiento de Khora, y contrariando las suposiciones del pueblo, creció completamente sana. Khora seguía sin poseer los rasgos el pueblo, su pelo había crecido hasta la cintura (las demás chicas consideraban el pelo largo como un signo de fealdad, por lo que era la única joven que poseía el pelo largo) con un color castaño claro, rojizo al sol, que el pueblo consideraba enfermizo. Su mirada se había mantenido tan clara como el primer día que abrió sus ojos al mundo, su piel ahora estaba algo más bronceada por el efecto del sol, pero aún permanecía muy lejos del color que el pueblo consideraba natural. Como todas las chicas, Khora había asistido a clases teóricas sobre la supervivencia, la caza y lo más importante para el pueblo, la guerra, la lucha cuerpo a cuerpo. Eran tres años de clases teóricas, uno para cada sección hasta que cumplían trece años y pasaban a las prácticas durante dos años, uno basado en el cuerpo a cuerpo y otro en la caza.
Hoy era el primer día práctico cuerpo a cuerpo de Khora y todas las chicas del pueblo que tenían su edad.
Se había levantado tarde, pero eso no era nada nuevo. Bajó corriendo la trampilla que separaba su habitación del resto de la casa, Su padre había hecho una habitación más para ella, pero Khora prefería la intimidad del desván, no era muy grande, pero cabía a la perfección la cama que su padre había hecho y un baúl bastante grande donde guardaba su escasa ropa y alguna que otra pertenencia.
-Llegas tarde y aún tienes que ponerte la ropa- dijo la voz de su padre, Kalon, tras ella.
Khora no se inmutó.
-Está en mi taller, hace media hora que le he dado el toque a las piezas de madera.
Khora, sin mediar palabra, se dirigió al pequeño taller que poseía su padre a pocos metros de la cabaña, situado al principio de la entrada del jardín, era el carpintero del pueblo, por lo que ese era su taller la gente venía ahí si quería un mueble nuevo o un arreglo a su cabaña.
No tuvo que buscar demasiado, halló la armadura de primeriza justo detrás de la puerta principal, no tardó en sustituir su ajado camisón por la ligera armadura. Se observó en el espejo.
La ropa se ajustaba al cuerpo, tal y como requería la maestra de lucha, un corsé de cuero marrón, le cubría el pecho una pieza de madera a modo de adorno decorando el corsé, cosa que también servía de protección a golpes que podían doler mucho, el cuero del abdomen y espalda era especialmente grueso. En los brazos poseía un brazalete de madera que cubría todo su antebrazo, y otro un poco más corto que le cubría el brazo, dejando el codo y hombros expuestos para una mayor libertad de movimiento, Un cinturón de cuero negro con algunos adornos también de madera lijados a conciencia se ceñía a sus caderas. Una falda de cuero de tan sólo un palmo de larga se extendía bajo él, ocultando unos pantalones cortos, también del mismo material, a modo de engaño. Unas botas, también de cuero, se extendían más allá de la rodilla a un palmo de la ingle, dejando al descubierto sólo unos cinco centímetros de la piel de su muslo. Le costaba flexionar la rodilla por la dureza del cuero, pero con las prácticas, se iría haciendo más flexible.
Se recogió el pelo en una cola alta con un lazo de unos de los retales de cuero sobrantes en la mesa. Su padre había empleado mucho tiempo para confeccionar aquella armadura artesanal.
<<Gracias>>- pensó para sí.
Salió corriendo del taller, no había desayunado, pero no importaba.
Se detuvo ante una de las casa del centro del pueblo y llamó. Tras unos instantes apareció una chica de su edad de pelo por los hombros, negro como todos y los ojos oscuros característicos del pueblo, su piel era sólo un poco más oscura que la de Khora, algo raro de ver.
-Llegas tarde- su mirada era inquisitiva, pero también era obvio que se había levantado tarde, por su voz ronca por el sueño y su armadura mal colocada.
-Apuesto mi vida a que no estabas despierta hace cinco minutos, así que no hables, Syra- la miró con una sonrisa.
Syra era básicamente la única amiga que tenía. Khora anudó una de las cuerdas del corsé que malamente se había colocado Syra y observó su figura mientras lo hacía. Su armadura no era muy diferente a la de Khora, sólo que los adornos eran de metal y no de madera.
Su amiga lucía diferente a como siempre iba, la armadura la hacía más estilizada y resaltaba a la perfección sus encantos.
-Si hasta pareces femenina- se burló Khora, pues sabía que Syra no disfrutaba vistiéndose así por muy bien que le quedara.
La miró una vez más imitando a uno de los adolescentes babosos del pueblo.
-No me hace falta vestir como una chica, para se note que lo soy- dijo finalmente Syra tras unos momentos, mirándola inquisitiva.
-Ese tajo ha dolido- Khora la miró con cara de pena, pero obviamente no podía ocultar la más amplia de las sonrisas.
Había pasado tres meses exageradamente largos sin saber nada de ella, puesto que viajó con su madre a un pueblo cercano y a ella no le permitían salir de la comarca.
-Te he echado de menos, estúpida.
Syra sonrió.
-Y yo a ti.
Khora se abalanzó y le dio un fuerte abrazo, pero pronto se apartó, las muestras de aprecio en aquel pueblo públicamente no estaban muy bien vistas.
Juntas emprendieron el camino a su primer día práctico, al norte del pueblo.

martes, 4 de octubre de 2011

Paranoia B.

El viento emergía suave desde el norte, el aullido de los lobos no rompía la calma del pueblo, la luna en cuarto menguante se alzaba en todo su esplendor, era ya tan delgada que apenas era visible, pero a pesar de ello, la poca luz que desprendía era, con todo, mágica y sobrenatural.
Los animales del pueblo dormían apacibles al igual que sus habitantes, apenas se oía el murmullo lejano de los lobos, era una noche muy tranquila y silenciosa.
Hasta que algo perturbó la calma.
Un grito desgarrador profanó aquel silencio sepulcral, provenía de una de las casas de las afueras del pueblo. Los animales maullaban, ladraban, piafaban, graznaban y se movían de un lado a otro nerviosos, también las personas que ahí vivían se sentían extrañamente nerviosos.
Un doloroso parto acababa de comenzar.
Pronto la pequeña cabaña se llenó de confundidos curiosos que, a su vez, avisaron a la matrona del pueblo. El pequeño poblado se vio en pocos segundos convertido en un caos, la gente vociferaba y alzaba la voz inquieta, los animales cada vez se veían más nerviosos y el alboroto no parecía acallarse.
La matrona entró, pasó media hora más o menos hasta que de repente todo se acalló, todo se volvió extremadamente silencioso, los animales quedaron completamente inmóviles, sus inquietudes se esfumaron con la misma rapidez con la que llegaron, la gente se calló completamente guardando un silencio casi imposible, ni si quiera se oía el aullido de los lobos en la lejanía.
Era el parto más corto que había presenciado la aldea, los cuales, como mínimo solían durar cuatro horas, la matrona salió de la cabaña e hizo entrar al padre, el cual había pedido que se mantuviera fuera durante el proceso.
La matrona lo miró sombría.
-Tu mujer era fuerte, Kalon, pero también era primeriza...
Kalon, el padre, la miró sin comprender.
-¿Qué quieres decir con era?
-Ha sido un parto demasiado rápido, y demasiado duro...
Kalon interrumpió a la matrona, corriendo se acercó a los pies de la cama y observó el cuerpo inerte de su esposa, su rostro pálido y sudoroso y sus ojos abiertos mirando a la nada. No cabía duda, estaba muerta. No pudo retener las lágrimas, pero pronto se las secó y reunió fuerzas para hablar.
-¿Cómo está el niño?- Logró pronunciar con voz ronca.
-Es una niña... Kalon, no parece normal, será mejor que lo veas por ti mismo.
Kalon dirigió la mirada a un bulto que se hallaba en una cuna que meses antes él había creado con la mejor madera del taller de su carpintería.
Allí vio a la niña, parecía dormida, sin dar ninguna señal de vida, pero se podía apreciar que la muerte no habitaba en ese cuerpecito. El padre, con cuidado, rodeó a la pequeña con sus brazos y la alzó para verla mejor. La niña se removió algo confusa, emitiendo un pequeño gemido. Su piel era muy pálida, quizá demasiado, su pelo corto era muy fino y no se apreciaba bien si era rubio o castaño claro, en cualquier caso no era un color fuerte como el que poseía todo el pueblo. Los ojos de la extraña niña lo miraron exclamativos, tampoco sus ojos eran normales, su color era verde claro, casi no se podía diferenciar de la córnea de no ser por el intenso negro que rodeaba el iris. Kalon se sintió muy extraño, su hija no había nacido sana, o al menos no poseía las características del pueblo, todos tenían el pelo negro intenso, y sus ojos y piel eran siempre muy oscuros, los hombres eran muy musculosos e incluso algunas mujeres carecían de la feminidad de su cuerpo por la exagerada masa muscular que solían poseer, y en cambio aquel bultito que poseía en sus manos eran tan débil, tan delicado...
-Podemos deshacernos de ella, no costará mucho, una niña así tendrá muchos problemas de salud, si no tienes fuerzas, yo misma podré hacerlo.
-Ni lo intentes, criaré a esta niña, mi mujer ha dado su vida por esta criatura, es lo único que me queda de ella   y la protegeré con mi vida.
La matrona no pareció satisfecha, pero no puso objeción.
-Tendrá que ponerle un nombre, pues.
Kalon la miró de nuevo, la niña pareció sonreírle.
-Khora, se llamará Khora.
La matrona miró una vez más a Khora, sin estar de acuerdo con mantenerla viva, sin pronunciar palabra, abandonó la cabaña.
Jamás contó lo que ocurrió en aquel extraño parto.

viernes, 30 de septiembre de 2011

K2

Hace dos años que nos conocemos y has dejado más mella en mí que personas que conozco desde tan sólo meses de nacer. Por mi vida ha pasado gente dejando, por así decirlo, cada uno una marquita en mí, unos para bien y otros para crear una parte bipolar en mí denominada ''Kera'' que tanto admiro y odio a la vez. Todas ellas han sido, en su mayoría, fugaces, y si no lo fueron, o acabaron olvidándose de mi amistad o aunque sigan aquí la amistad no es ni de coña, fuerte.
Contigo cambiaron muchísimas cosas de mi vida, en mí siempre hubo una parte reprimida, una parte que sólo mostraba estando sola o en mis dibujos, mi imaginación, las miles de historias que en mi cabeza rondan y rondarán siempre. Contigo, pude sacar esa parte reprimida de mí, porque tú eras, al menos en ese sentido absolutamente igual que yo, tenías la cabeza llena de pájaros y unas cuantas historias que mezclaban alas, cuervos, oscuridad y amistad. A tu lado saqué una parte de mí que creía que no sacaría, en mi imaginación, yo siempre quise ser una chica diferente, el concepto de chica que ahora soy gracias a ti. Tu estuviste a mi lado, aguantaste a Kera, y no sólo eso, me ayudaste a encerrarla de nuevo, te costó pero conseguiste derrumbar esa barrera que creé para protegerme, quizá me confié pensando que no lo conseguirías, que no eras tan importante para mí, pero precisamente, por ese desliz de Kera, acabaste siendo una de las tres persona que hoy día son más importantes para mí que mi propia vida, me di cuenta de ello la primera vez que dijiste que te irías a Inglaterra a vivir. Me rompí, en ese momento no podía imaginar ni queriendo un mundo si las historias que creábamos, sin Kuu, sin Kadia, sin L, sin B, sin Yomi... en fin, sin ti.
Con esto quiero decirte que te has ganado una verdadera amiga para toda la vida de ésta, pase lo que pase, porque eres eras hermana que nunca tuve y siempre quise y que para lo que sea puedes contar conmigo, que iré al fin del mundo si me lo pides, porque me has demostrado ser mi amiga, y yo espero poder demostrártelo a ti algún día, Kirsty Sierra Risco, sinceramente, no quiero que te vayas, pero he aprendido que no he de ser tan egoísta, que tu madre lo necesita, y yo tendré, al igual que Gee, que dejarte marchar, espero que no me olvides, pues yo no lo haré, sé que me pongo muy dramática, sabes cómo soy, pero espero que estas palabras no las olvides, hermana, porque no salen de mis manos, sino de mi alma e incluso de la mismísima Kera.
Gracias por convertirme en cierto modo en lo que soy ahora, y sobre todo, gracias, gracias, gracias por cruzarte en mi vida, desde aquella primera frase que me dirigiste: te la dejo.
Te quiero, hermana.




Atte: Kadia,,*

martes, 27 de septiembre de 2011

Te pasas toda la vida intentando ser perfecto,controlando no criticar a nadie, ayudar cuando lo necesiten, y no ser demasiado injusto, pero siempre hay persona que te decepcionan, que después de intentar sacar todo lo bueno de ti, aún así te decepcionan, no sabes cómo lo haces pero siempre acaban sacándote esos fallos que tú intentas no mostrar, controlar, que intentas retener para no ser el concepto de una mala persona, pero acaba siempre igual, por eso voy a dejar de intentar ser perfecta, si mi impulso me dice criticar a alguien, lo haré sin dudarlo, pues esa misma persona no supo valorar mis esfuerzos, si quiero ser egoísta lo seré con razón con esas personas que tanto me han decepcionado, me acusaron sin conocerme, bien, me van a conocer, conocerán la parte más ancestral del ser humano, la animal, conocerán lo más malo de mí, y a partir de ahí que hablen con razón.


Atte:    Qiuu,,*

domingo, 18 de septiembre de 2011

El mundo siempre será mío, siempre y cuando estés conmigo, te amo gatito! :)

Paranoia A, 2ª parte.

Una fuerte ráfaga de viento golpea mi cuerpo, las hojas secas se elevan junto a él, tengo que cerrar mis ojos, el aire me impide ver y podría entrarme algo en ellos. La pequeña tormenta cesa, quito las manos de mi rostro, algo aturdida, mis ojos alcanzan a ver una sombra del tamaño de una persona, la sombre misteriosa se acerca a mí, al fin los pequeños rayos que llegan a este extraño lugar pueden posarse ante la extraña figura, descubriendo así sus perfectas facciones y perfecto cuerpo. Es una mujer que rondará los treinta años, su piel es muy blanca, más que la mía, da la sensación de ser de porcelana, su mirada es serena, de ojos azules luminosos muy, muy claros y su pelo, más largo que el mío, rozando levemente el suelo es de color blanco, blanco puro con destellos azul celeste, su vestido es muy sencillo, apenas una finísima tela ceñida a su cuerpo llegando al suelo, es de color blanco y al igual que su pelo desprende algún destello azul celeste. La mujer avanza y se detiene justo delante mía, su belleza me hipnotiza, y aunque su mirada es más controlada, ella parece mirarme de la misma manera.
-Zhaenil- su voz es preciosa, armoniosa, y muy suave.
Su rostro parece mirarme apenado.
-Zhaenil- repite alzando la mano hacia mi rostro, dándome una suave caricia.
Sus dedos son muy suaves, quizá demasiado, su piel es muy fría, pero está muy lejos de ser gélida y heladora.
Su mano se retira de mi rostro, el viento vuelve a alzarse violento, esta vez intento mantenerme donde estoy y divisar algo, mis ojos logran ver cómo la mujer se aleja impasible a la ventisca, el viento, el polvo y las hojas que viajan en él, la cubren haciéndola cada vez menos visible.
-Zhaenil, no lo olvides, ese es tu nombre- su voz suena en el viento, clara, fuerte y armoniosa como ella sola.
¿Quién es ella? ¿Es ese mi nombre? ¿Cómo lo sabe?
-¡Espera! ¡Note vayas!- mi voz suena ronca, debo de llevar mucho sin hablar.
Intento abrirme paso entre el aire violento, pero una fuerte ráfaga me empuja hacia atrás, haciendo caer a mi cuerpo a tres metros de distancia, justo detrás de la charca.
-Espera...- esta vez mi voz se acalla en un susurro muy lejos de parecer una llamada desesperada.
Aturdida, puedo ver cómo se relaja el viento, quedando completamente en calma, como había estado antes, mis ojos buscan a la extraña dama, pero no hay nadie, ni nada. Confundida y en estado de shock, mi cuerpo se tambalea para caer sobre las hojas y hongos del suelo, y no consigo ver y oír nada más.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Dedicado a personas que tras un desengaño, se convierten en fríos monstruos sin compasión.

Hay gritos emergentes en la lejanía, pero no son gritos que se puedan oír con el simple sentido del oído, ¿acaso te resultan familiares? ¿Habías olvidado ya su lamento que ahora te sorprendes? ¿No lo recuerdas?
Hace mucho tiempo lo dejaste atrás ¿te corroe ahora la conciencia? Lo encerraste en un irrompible prisión rodeado a lo que le hace sufrir, una prisión de odio, ira, dolor, tristeza, frustración, culpabilidad y angustia, mucha angustia. ¿Sigues sin acordarte querido amigo? Lo atravesaste con tu espada de indiferencia y olvido y yace moribundo desde entonces, pero, ¿aún de verdad no sabes de quién te hablo? Te daré una pista, tu alma se fue con él para siempre, convirtiéndote a ti en un monstruo, huyó de ti, asustada, ¿o quizá también la echaste tú?
Ahora, querido necio, buscas con desesperación tu alma en un desesperado intento por sentir algo más que venganza, ¿hacia quién? ¿Tenías de verdad algún motivo? ¿Por una sola persona te dejaste convertir en esto?
Ahora te das cuenta de tu error y vagas sin rumbo hacia aquel bulto moribundo que dejaste atrás esperando sádicamente su muerte, es tu corazón, sí, cada vez le cuesta más latir, pero lo hace, y lo hace por ti, por mucho dolor que le hayas causado te sigue siendo fiel, pero ¿por qué has sido tan ciego?
Tras vagar por inmensos desierto de soledad y vastos campos de amargura y descomposición, lo encuentras, en un rincón con hedor a muerte, sufriendo, tal y como lo dejaste la última vez.
-Siempre te fui fiel y siempre lo seré, pero tus actos harán que no vuelva a ser igual.
La voz de tu corazón suena apagada, un susurro, casi un suspiro que presagia la muerte de un último aliento, ¿sus palabras te conmueven?
Una lágrima cae por tu mejilla, la primera lágrima externa que sale desde hace mucho tiempo atrás. Recuperaste tu corazón, pero perdiste tu alma a causa de tu inmadurez y tu estúpida coraza y disfraces de miles de identidades que no te pertenecen, has perdido mucho por sólo un desengaño.
Querido necio, no volverás a tener lo que ahora deseas con tanta ansia, y aceptándolo al fin, te sumes de nuevo en un sueño para no despertar, y de nuevo otra identidad, otro monstruo domina tu cuerpo.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Primera entrada. Primer paso.

Paranoia  A.
No recuerdo qué hago aquí, no recuerdo quién soy o quién he sido alguna vez, tampoco sé exactamente dónde me encuentro. El hedor a descomposición alcanza mi olfato de manera muy irritante. A unos metros de mí hay una pequeña charca de agua estancada, el olor que desprende no es que me agrade demasiado pero me acerco a observarla, al levantarme los músculos abarrotados de mi cuerpo protestan, ¿cuánto tiempo he permanecido inconsciente en este lugar?
Al llegar a duras penas a la charca observo con curiosidad el rostro y el cuerpo que me enseña, la charca me muestra la imagen de una mujer de veinte años a los sumo, su pelo cae lacio ocultando sus senos hasta la cintura, es de un color negro intenso, tan negro como este lugar. No puedo ver bien el color de sus ojos pero su mirada parece observarme tan sorprendida como yo misma, el agua permanece quita sin movimiento alguno por lo que puedo ver con total claridad el esbelto cuerpo de esa mujer tan misteriosa. Decido agacharme en cuclillas para acariciar el agua y observar más de cerca a esa extraña mujer, la imagen del agua imita mi movimiento, alargando el brazo en la misma dirección que yo, mis dedos rozan el agua traspasando la imagen de la mujer, el agua al contacto con mis dedos se vuelve clara y limpia, completamente transparente, ¿pero qué demonios ocurre? Algo asustada por el repentino cambio me echo hacia atrás, la imagen vuelve a imitar mi movimiento, ahora lo entiendo, ella soy yo. Extrañada alzo mis manos para mirarlas claramente mi piel es muy blanca y pálida, y mis uñas largas y completamente blancas, en un intento de comprobar una vez más lo evidente, me llevo la mano al pelo, comprobando que es de igual color que el de la imagen que sigue imitando mis movimientos. apenas un camisón fino cubre mi cuerpo, pegado a éste a causa de la humedad.
¿Quién demonios soy?