miércoles, 19 de septiembre de 2012

domingo, 16 de septiembre de 2012

Merece la pena.

Dejé que la lluvia acariciara mi pelo, que ciñera la ropa a mi cuerpo, que recorriera mi cara, dejé que calara hasta la más escondida parte de mi cuerpo.
Entonces no pude evitarlo, dejé de soportar el peso de mi cuerpo, me dejé caer de rodillas, pues de repente el mundo estaba sobre mis hombros, y creedme cuando os digo que costaba sostenerlo. Dejé que entrara en mí aquella extraña esencia, no pude evitarlo, nadie puede, lloré.
Lloré por todos aquellos que estaban llorando en aquel momento, lloré por todas esas muertes injustas del pasado, y del presente; lloré al ver un niño morir maltratado; al ver un animar ser despellejado vivo; al ver cómo un hombre lo perdía todo sin tener más remedio que dormir en la calle; al ver cómo llamaban gorda a una chica desmoralizándola y haciéndola sentir un ser inferior; al ver una violación tras otra en primera persona; al ver cómo un hombre engañaba y metía en la droga a un niño, sabiendo que eso lo destrozaría. Cerré los ojos, pero las imágenes no cesaron. Vi cómo un abogado se encontraba obligado a defender a una mala persona, sin quererlo; cómo tantas parejas decían quererse, para luego irse con otr@s; vi a un niño llorar por perder un caramelo, también lo vi llorar por perder a su madre; vi a unos padres impotentes, viendo morir a su único hijo sin poder hacer nada; cómo el mundo cada vez iba más en decadencia; cómo la contaminación extinguía especies, y también vi cómo a los poderosos, les era indiferente; vi a las grandes mafias matar y utilizar a gente inocente, lo vi todo, lo vi todo...
Dolor, intolerancia, rabia, impotencia, tristeza, angustia, pánico, odio, ira.
Todos esos sentimientos mezclados en mi ser, sin darme la oportunidad de reaccionar, dejándome sin saber qué hacer, estaba temblando, llorando, gritando sin voz, era horroroso, pensé que moriría, y por un momento, lo deseé.
Estaba viendo todo lo malo que pasaba en el mundo, todo, justo en ese mismo instante, todo, y era horrible.
Tras esa, para mí eterna, agonía, comencé a ver otras cosas.
Vi a medio mundo reír, sonriendo con felicidad; vi a gente dando su vida por otras personas, que probablemente ni conocieran; vi a una mujer ayudando a un niño y consolándolo tras haber sido maltratado; vi a la policía deteniendo a un grupo de personas que despellejaban a un animal vivo en plena calle, también vi a ese animal seguir adelante; vi a un niño con un bocadillo en la mano, y ofrecérselo con una sonrisa a un vagabundo que lo había perdido todo; vi a un profesor hablando con una alumna que estaba siendo acosada moralmente, ayudándola y alentándola a seguir adelante, haciéndole ver que ella no era inferior, sino, incluso, superior a los creadores de su trauma; vi a la policía hacer justicia con todas aquellas mujeres violadas; vi a un niño rechazar la droga que un desconocido le ofrecía, y cuando creció, lo vi ayudando a esas personas que no la rechazaron; vi cómo un abogado que estaba obligado a defender a un asesino, antepuso sus principios, y se dejó vencer; vi a varias parejas perdonándose y amándose de nuevo; vi a un niño siendo feliz con unos padres que no eran los suyos y aún así, lo aceptaron como tal; vi a un hijo muriendo, con una sonrisa en los labios, para tranquilizar a sus padres; vi a gente manifestándose en contra de la estupidez humana; vi en el alma de mucha gente, cómo estaban en contra de aquellos que tenían el poder y perjudicaban al medio ambiente; vi a las grandes mafias caer, y arrepentirse de sus crímenes; vi alegría en unos ojos que acababan de ver nacer a una personita que aguardaba desde hace meses; vi a dos hombres cogiéndose de la mano, a dos mujeres, vi a dos amigos; vi que había mucha más gente dispuesta a luchar y ayudar, que la que había dispuesta a destruir.
Y de nuevo lloré, con más intensidad, de alegría, de dicha.
Y reí como un loco bajo la lluvia, sin dejar de llorar, y comprendí que merecía la pena la raza humana, porque por una persona mala, nacían dos destinadas a ser héroes, héroes anónimos, pero que sin ellos, la vida no sería nada, porque simplemente, por preguntar un ''qué tal estás'' importándote de verdad la respuesta, o por ayudar desinteresadamente a un desconocido, querido amigo, ya eres un héroe.
Aquel día cambió mi vida, y supe que mi destino, era ser uno de esos héroes anónimos.

Atte:. Yérick Feshdarien.