lunes, 12 de noviembre de 2012

Carta para Kuu.

De vez en cuando, cuando vuelo, juraría que puedo sentirte en el viento, rozando mis alas, volando conmigo,  acariciando mi piel, revolviendo mis plumas, a veces incluso si miro de reojo, puedo ver tu reflejo por un segundo, etéreo, incorpóreo, pero sin duda es tu sonrisa.
Lo único que me queda de ti es esa sensación de cuando vuelo a contra viento, recuerdos de años de amistad, memorias de mil batallas ganadas a tu lado, codo con codo.
Siento no haber podido haberte ayudado en tu última batalla, te empeñaste en librarla sola, y tú elegiste tu destino.
A veces miro el trozo lunar que me diste y que siempre llevo encima con rabia.
Un objeto capaz de hacer realidad todo lo que deseas, excepto de hacerte volver, te encargaste de morir bien muerta, jodía.
Cuando miro tu foto, no puedo evitar a veces hacerlo con cierto reproche, me dejaste sola, y no me molesta, pero no sabes cómo quema echarte de menos.
He abandonado a los míos, luchan una batalla que no es la mía, mi guerra está con vosotros, contra las pesadillas, y moriré como tú si hace falta por ello.
Lauri está bien, aunque ha cambiado mucho desde tu marcha, tengo la impresión de que incluso ha madurado. Siempre está feliz y es igual de risueño, con una sonrisa siempre en su rostro, pero sé que te echa tanto de menos como yo, a veces no encontramos la fuerza suficiente para seguir adelante, no es lo mismo volar sin ti.
Esta es la última vez que te escribo, y espero que lo leas estés donde estés.


 Un ángel negro con el alma desgarrada, para un cuervo que siempre permanecerá en mi memoria.
Adiós, hermana.



Atte:. Kadia Frost.

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