miércoles, 19 de octubre de 2011

Rabia.

Dices que no te importa, pero lo leo en tu mirada, lo leo en tu voz mientras dices no.
Estás harto, lo sé.
En tu cabeza piensas ¿por qué? ¿Qué hiciste para ser un blanco tan fácil o ser motivo de burlas?
Intentas encajar a la mínima, riéndote con ellos de las propias burlas que a ti se dirigen, todo por algo que no merece la pena, cuatro gilipollas que te hacen la vida imposible.
Intentas ignorarlo, pero perfectamente sé que en tu mente los has destruido quizá millones de veces, pero no lo haces, son más fuertes que tú, tienes miedo, lo sé.
Voy contando los días que te quedan para agonizar, pronto serás mío, te habla la muerte.
Una vez más, te volvieron a empujar, te volvieron a insultar, un réplica en tu mente, la perfecta respuesta ante aquel idiota. No, no lo dices en voz alta, tienes miedo, siempre lo tuviste, te resignas a temblar, no de miedo, sino de adrenalina.
Y otra vez cuento un día menos hasta que te acoja en mi amargo abrazo.
Hoy es diferente, hoy te han escupido, no tienes a nadie, muchos giran la cabeza, otros ríen, los demás ignoran pero nadie actúa. ¿Decirlo a un profesor? Sentenciaría tu muerte, sólo serviría para un consuelo de dos horas y una tortura de mil.
Noto que intentas hacerte inmune, noto que intentas ignorarlo todo, que intentas ignorar cada insulto, pero no puedes, resuena tan fuerte en tu cabeza... Cada una de esas palabras apaga tu vida, acercándote a mi lecho bajo la capa del miedo.
Al fin el día esperado llega, es raro, pero incluso pena he llegado a sentir. Miras con decisión la aguja que te dormirá para siempre entre mis brazos, tú morirás, pero ellos vivirán en el peor de los tormentos.
Lentamente, quizá inseguro, notas la aguja dentro de ti, notas su contenido salir, acercándote a mis brazos, te despides de la vida antes de dormir y como a una vieja amiga te unes a mí.
Ellos te mataron, y con la culpa no podrán vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario